miércoles, 6 de junio de 2012

EL PRINCIPIO DE UN LARGO CAMINO: LA INCOMPRENSIÓN MÉDICA

La enfermedad de nuestro hijo, como ocurre en todas las cosas, tuvo un principio pero desde ese mismo inicio, junto a sus dolores, lo acompañó la incompresión.

Aquella mañana los dolores en su espalda parecían más fuertes y visitar al masajista de siempre ya no le funcionaba por ello decidió acudir a la consulta de la MUPA igualadina.

La experiencia no pudo ser peor. Radiografías, y algunas pruebas más, para finalmente mandarlo al fisioterapeuta y allí estuvo dos o tres semanas con masajes, corrientes y cosas por un estilo que no le sirvieron de nada.

Llegó el día en que la médica le dijo que ya estaba bien y que pensaba darle el alta y de nada sirvió decirle que le dolía la espalda aún más que cuando acudió a su consulta pues la única respuesta que obtuvo de esta brillante doctora, es que estaba en perfecto estado, que las pruebas pertinentes ante un dolor de espalda que le realizaron (una simple radiografía...) donde no aparecieron resultados concluyentes y que por esa razón, tenía que darle el alta laboral.

Cuando uno de estos colegiados atienden a un paciente aquejado de una dolencia que ellos no saben diagnosticar, terminan tratando al enfermo de comediante en lugar de ser honestos y reconocer sus limitaciones.

Deciden derivarlos a psiquiatría y se los quitan de encima.

Es ampliamente conocido lo que esta creciendo el consumo de antidepresivos, incluso entre adolescentes, y son muchas las ocasiones que escuchamos a distintas autoridades sanitarias la alarma social que provoca este dato.

Pero, como aparecen nuevas enfermedades que muchos facultativos desconocen por completo, todo lo resuelven de este modo y en las visitas de psiquiatría, continúan agolpándose cada vez más personas que la medicina margina, por no saber resolver y/o diagnosticar sus problemas. En último caso, todo son virus o de los nervios.

Si además, estas enfermedades no son reconocidas como ocurre con la fibromialgia, S.Q.M y la encefalopatía miálgica, el problema se agrava.

Recordamos una conversación que mantuvimos con un conocido que es médico el cual nos dijo que los dolores de espalda eran utilizados con mucha frecuencia para conseguir bajas laborales. Añadiendo que era complicado detectar y por esa razón, tenían un tiempo más o menos determinado para darles el alta.

Y claro, como si fueran cabezas cuadradas incapaces de ir más allá de unas normas generales; no aplican el sentido común que les permita distinguir cuándo un caso puede ser real. No les dan a los enfermos esa oportunidad.

En la justicia ordinaria se respeta la presunción de inocencia hasta que se demuestra su culpabilidad, por muy claro que pueda parecer el caso y solo cuando el juez notifica su veredicto, se puede considerar culpable, lo cual tampoco significa que lo sea realmente, como ha ocurrido en numerosas ocasiones.

No ocurre así con estas personas enfermas a las que al parecer, en cuanto escuchan que les duele la espalda ya piensan: “otro comediante...”

Y no dudamos que los haya, pero suponemos que son los mínimos, pues es complicado mantener una situación que no es real de un modo indefinido, el desgaste que supone mantenerla es superior a la del propio trabajo.

No le extrañó que Fabi le dijera que los dolores se le habían extendido a cervicales y brazos y que era un dolor desconocido que nada tenía que ver con una simple contractura. Un dolor que parecía quemarle, un dolor que jamás había sentido y que era nuevo para él.

Ella fue el primer eslabón del trágico desenlace de nuestro hijo, por su falta de preparación, puesto que en muchos de estos enfermos, la FM comienza por un agudo dolor de espalda que progresivamente, se extiende por todo el cuerpo, pero claro, para ella, como para la mayoría, dos más dos son cuatro y ni saben ni tampoco quieren esforzarse en ir más allá por esa razón, con el tiempo que llevaba Fabi con esos dolores, ya tendrían que haber desaparecido. Le dio el alta, y se quedó tan ancha.

Y además, te hacen sentir culpable por mantener que estas enfermo.

Solo le quedó ir a la consulta de su doctora de cabecera donde continuó su calvario.

2 comentarios:

  1. Cuando una persona va al médico no espera solamente que le cure,espera recibir buen trato,comprensión y amabilidad.Algo de lo que escasean cada vez mas nuestros médicos,salvo excepciones.Cuanto vale la salud de una persona?El dinero que se tenga.Si no tienes recursos,te "toca"ir a la seguridad social,eso significa,que el médico ni siquiera te mire a la cara,pues está demasiado ocupado mirando el ordenador,no te toca,parece que tengas lepra,y el médico como va a rebajarse a tocar a un simple mortal,te diagnostica según le parece,si hay que hacerte pruebas tendras que esperar como mínimo un mes y da gracias.
    En nuestro caso nos hemos encontrado con las dos caras de la moneda.El oncólogo de mi marido de la seguridad social es una persona borde y mal educada.Yo pensaba que los oncólogos tendrian que ser amables,comprensibles y sobre todo que prestaran ayuda mas allá de lo profesional.No están tratando pacientes con gripe,por favor!!!!!Están tratando con personas con cancer,que ademas de tener que afrontar esta enfermedad lo mejor que pueden,tienen que aguantar un tratamiento durísimo de quimioterapia y radio,y ademas aguantar al médico de turno sus malos modos.
    La otra cara de la moneda es que hemos contactado con una oncóloga,(pagando) que nada tiene que ver con lo dicho anteriormente y que ademas nos ofrece tratamientos alternativos y opciones.Ahora vemos una salida,una esperanza, que otros médicos no dan,aunque saben que hay otros tratamientos,no dicen nada.Las farmceuticas tendrán algo que ver?????Donde ha quedado el juramento hipocrático??

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  2. Esta es la triste realidad. Pagando, todo cambia... vergonzoso.
    Un abrazo y fuerza para seguir luchando Carol.

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