lunes, 22 de abril de 2013

LA FIBROMIALGIA NO VENDE





Hace ya un tiempo,  Marifé Antuña propuso a Mercedes Milá que hiciera un programa dedicado a la fibromialgia  y su respuesta, al parecer fue, que la FM no vendía.
 
Esta triste experiencia que no puede ser probada, parece quedar confirmada con la última que vivieron cientos de miles de españoles, en unas más que desafortunadas declaraciones de la popular personaje y en esta ocasión, en directo y ante la cámaras.  
 
Casi todo el mundo las conoce, a pesar de que se eliminaron con rapidez de internet pero, la red corre demasiado Mercedes y las  personas como tú, quedan en evidencia de lo que son y en tu caso, pues eso, como la persona  que eres.
 
Deberías saber Mercedes, que en la vida, además del poder, la fama, el dinero, las cosas que se pueden vender y comprar.... también existen el amor sincero, la amistad, la solidaridad con las personas que sufren pero tú, triste Mercedes, pareces no conocer esas purezas de la vida.
 
Decir que la FM no interesa a nadie, es pecar de ignorancia extrema o de no decir la verdad aún conociéndolo,  pues sabías perfectamente que es una grave dolencia que está asolando a cientos de miles de personas en nuestro país y más allá de nuestras fronteras.
 
Pues si. De repente un día, aparece Mercedes en uno de esos programas basura que tanto le gustan y ante la invitación de uno de los presentes a que dedicara un programa a esta grave dolencia, ella contestó lo que ya conocemos. Posteriormente y puesta en situación de su tremenda torpeza, quiso disculparse ante todos los que padecían esta enfermedad, con un ramo de flores dedicado a los mismos y a los que pedía perdón.
 
Se disculpó públicamente aunque no repitió sus desafortunadas palabras, para a continuación, hablar de su nuevo libro. Así de fríamente...

Eso sí, manifestó su felicidad por la presentación de su libro. Vamos, que aprovechó eñ tirón de la disculpa, para promocionar su libro.
 
¿Nos preguntamos como se puede ser tan mezquino y tan... tan...?

Pues no Mercedes, que sepas que no aceptamos tus disculpas porque entre otras cosas, no son sinceras. Además, tampoco queremos que hables de estas enfermedades porque no eres digna para ello. Para tan delicada tarea, se requieren unos requisitos indispensables de los que tu careces por ello, te pedimos que sigas haciendo esa porquería de programas que tanto te gustan y tanto dinero te aportan ya que ese, es tu verdadero terreno y deja que los asuntos más serios, más humanos, más altruistas, los realicen personas más preparadas que tú, y sobre todo, más humanas que tú.

Sentimos verdadera lástima por ti...
 
Hasta nunca Mercedes Milá 

sábado, 20 de abril de 2013

LA MUERTE Y LA RESPUESTA SOCIAL


                           
Suena el despertador. Son las cuatro de la madrugada y tengo que levantarme para trabajar.

 Una fuerte presión se precipita en mi pecho que casi me impide respirar y un nudo en mi garganta evita expresión alguna. Abundantes lágrimas se desbordan de mis ojos y anulan mi visión.

 Fabi ocupa todo mi espacio nada más retomar mi conciencia y me digo que no puede ser verdad, aunque para algunos ya “haga dos semanas de la muerte de nuestro hijo” y que por esa razón tengo que abordar de nuevo mis obligaciones laborales.

 Un pensamiento débil y desesperado me dice que no puedo, que quiero morirme y estar con él pero a pesar de todas esas resistencias,  tengo que levantarme.

 Parece ser que no existe ninguna otra alternativa. La vida continúa.

 Y en mis primeros días laborales, tengo que tragarme la profunda pena y no dejarla salir como si supiera que en el exterior, no encontraría lo que necesitaba.

 Comenzó a partir de aquellos primeros días, a ser “mi pena”, transformándose mi dolor, en algo íntimo que no estaba dispuesto a compartir con cualquiera.

  No siempre se puede lograr y en muchas ocasiones, debo ocultarme para que nadie pueda ver mis ojos enrojecidos porque la emoción amenaza desbordarse, ante cualquier hecho puntual como una tarde que comenzaron a pasar ante mis ojos princesas, guerreros del espacio, pistoleros, trogloditas... era carnaval y los niños lucían sus trajes felices por las calles y de pronto, me pareció ver a mi hijo Fabi de pequeñito, vestido de romano y todo enfadado porque no sabía dónde dejar la espada y el cinturón que se le caía...
 
 Recuerdos de tiempos felices, lejos del inesperado y doloroso presente pero que logran que mis lágrimas se desborden en lugar inapropiado, donde tenga que dar explicaciones de lo que me ocurre y no quiero hacerlo porque sé que tal cosa me producirá más dolor.

 Una experiencia de esta envergadura deja ver a las personas como son realmente. En lo positivo y en lo negativo. Nada ante la muerte se puede ocultar tras la máscara social que antes funcionaba, pues se da por hecho que ella, la muerte, es la gran verdad, la verdad más absoluta, la que todo lo desnuda.

 Ya no nos esforzamos como antaño, en interpretar papeles sociales de marcada hipocresía, entre otras cosas porque sobrevivir en el día a día ya nos supone un sobre esfuerzo y  en ocasiones tiraríamos la toalla para no recogerla mas; este cambio lleva consigo una revisión de las relaciones;  atrás quedaron los supuestos amigos que resultaron ser tan solo conocidos; de algunos familiares que solo son validos para la típica reunión anual de unas horas desenfadadas .Porque para eso cualquier persona que se cruce por la calle, ya te vale.

 Nuestra vida ha cambiado. También nuestra relación con el mundo. Esos cambios nos han transformado desde dentro, provocando una mayor sensibilidad sobre lo que realmente sentimos y necesitamos. Sería una incoherencia actuar de la misma forma que antes de que muriera Fabi como pretenden algunas personas. Para ellos nada ha cambiado pero tienen que comprender que para nosotros sí. 

 Solo permanecen a nuestro lado, las que nos siguen queriendo a pesar de que ya no somos los mismos, aceptándonos con nuestro dolor, nuestra rabia, nuestra tristeza, mostrándose en sintonía con lo que ahora toca.

Es tiempo de largas conversaciones, de largos silencios...

 De compartir recuerdos y no de ir a hacer la paella al campo

 Aceptar esa nueva realidad fue una pena añadida pero que en realidad nos liberó de algo de lo que ya no estábamos dispuestos a asumir porque sabíamos de antemano, que seríamos incapaces.

 Intentamos vivir el día a día con plena conciencia, seleccionando lo que merece la pena y lo que es absurdo y banal., abriéndonos a la posibilidad de crecer como personas, traspasando barreras, rompiendo tabúes y accediendo a estados psíquicos de mayor claridad.

  Cuando la vida te coloca en una posición tan crítica,  siempre trae con respecto a las relaciones, una caja de sorpresas. Gratas, no tan gratas y en ocasiones incluso ingratas.

 Personas que no han cumplido las expectativas que te habías creado sobre ellas poniendo en evidencia la fragilidad del vínculo afectivo que nos unía y otras que por las circunstancias que sean,  no esperas una respuesta significativa y te sorprenden gratamente.

A veces no nos damos cuenta de la manera que afecta nuestra forma de actuar sobre los demás. Ya no vale protegerse ante lo que supone una amenaza para la imagen que tenían de si mismos. El despiste les ha aportado muchas pistas.

 Tendremos que reconocer la evidencia de la torpeza emocional de la que estamos dotados y que no sabemos cómo afrontar casos como este, imbuidos en nuestra propia dinámica y  sin el suficiente interés por las demás y esto hace que en la mayoría de las ocasiones, caigamos en torpezas dolorosas como sin ir más lejos, acabando el libro, le ocurrió en una conversación con un amigo que estaba en espera para una operación de urgencia vital y de la que sin duda, dependía su vida.
 
- ¿tú sabes Cristina lo que es ver truncados todos tus proyectos... así, de golpe, sin esperarlo...?

 Sabía perfectamente lo que estábamos viviendo con nuestro hijo Fabi. Estuvo en el sepelio y manifestó su dolor por tan terrible pérdida.

 ¿Qué ocurrió entonces...?
 
 ¿Quizás imbuido en su dura experiencia ya había olvidado la nuestra…?

  Cristina esperó a mejor momento para plantearle esta duda, sabiendo que ese día llegaría.

 Todos corremos el riesgo de equivocarnos puesto que el error es fundamental en nuestras vidas. Pero de nada sirve si no conseguimos prestar mas atención pues el hecho de reconocerlos, nos permite tomar el control de nuestros actos y mejorar en el futuro.

 Pero para que eso ocurra, es imprescindible meterse dentro de la piel del que está sufriendo y desde allí intentar ser él y visionar las cosas desde su perspectiva, algo demasiado complicado y doloroso como para implicarse hasta ahí y por ello prefieren no cambiar de ángulo de visión y seguir donde estaban evitando un dolor tan intenso.
 
Y para esto, parece ser, aun  no estamos preparados.